domingo, 13 de diciembre de 2020

Ion Frimu y la huelga del 13 de diciembre de 1918 que pudo dar comienzo a la Revolución en Rumania

El 13 de diciembre de 1918 el ejército rumano, obedeciendo las órdenes del rey Ferdinand I de Rumania y su gobierno, disparó contra la multitud de huelguistas que exigían una jornada de trabajo de ocho horas, el aumento de los miserables salarios y el fin de la opresión contra los camaradas judíos. Fueron asesinados decenas de obreros. I.C. Frimu, el líder de los trabajadores tipógrafos, detenido y encerrado en las mazmorras del régimen, torturado y, finalmente, asesinado en prisión. Detrás de la salvaje represión estaban los ecos que llegaban desde Rusia, el triunfo revolucionario tras el cual los trabajadores habían tomado el poder en sus manos y demostrado la prescindibilidad de la burguesía, que se estaban extendiendo por toda Europa y, por supuesto, por Rumania (y la historia ha demostrado reiteradamente que un burgués asustado siempre acaba mostrando su naturaleza, de clase, fascista).
I.C. Frimu, líder socialista asesinado
en la manifestación

Ion Costache Frimu nació en octubre de 1871 e Bârzești. De profesión carpintero, el 31 de marzo de 1893, con solo 22 años, fundó, en Bucarest, el Partido Social Demócrata de los Trabajadores de Rumanía (PSDMR), principal partido de vanguardia de la clase trabajadora rumana hasta el nacimiento del Partido Comunista en 1921.

En diciembre de 1896 crea, junto con otros líderes, la Unión de Sindicatos y Gremios, acontecimiento esencial en la historia del movimiento obrero rumano, pues centraliza la fuerza y la organizaci'on proletaria. I.C. Frimu fue elegido en 1898 presidente de esta unión sindical. 

Colaboró en la creación y dirección de importantes revistas obreras, como "România muncitoare” (Rumanía de los Trabajadores), y de la Unión Socialista de Rumanía (en 1907). En marzo de 1905 pone las bases del Sindicato de Carpintería de Bucarest, siendo elegido como su presidente.

El 31 de enero de 1910 se refunda el Partido Social Democrata de Rumania (PSDR), del que Frimu sería el principal líder, junto a otros importantes comunistas rumanos como Mihail Gheorghiu-Bujor, Cristian Racovski, Dimitrie Marinescu y Constantin Vasilescu. En 1911, Frimu se reunió con Lenin en Rusia, y durante la Primera Guerra Mundial fue el delegado de la III Conferencia Internacionalista contra la Guerra, celebrada en septiembre de 1917 en Estocolmo.
Tras el final de la Guerra, la enorme pobreza y las dramáticas condiciones de los trabajadores rumanos hacen que la influencia de la Revolución de Octubre se extienda por Rumanía. Un artículo publicado por el comunista Cristian Racovski en „România Muncitoare” condena el imperialismo rumano, afirmando que „la conquista de Basarabia y de Transilvania debe ser vengada por nosotros" (las dos regiones habían sido anexionadas a Rumanía como consecuencia del apoyo rumano a las potencias occidentales, Basarabia o República Moldova, invadida por las tropas rumanas aprovechando la Guerra Civil Rusa, tras la Revolución, y Transilvania desgajada del Imperio Austrohúngaro). Tras las declaraciones, se desencadenaron muchas manifestaciones proletarias por todo el país, en las cuales, además de las reivindicaciones salariales y las exigencias de mejora de las condiciones de trabajo, se pedían cambios políticos, como el final de la monarquía y acabar con las políticas de la clase burguesa-latifundista
El 13 de diciembre de 1918, tuvo lugar en Bucarest una de las mayores manifestaciones proletarias en la historia de Rumanía, organizada por los líderes socialistas del país, como Cristian Racovski, los tipógrafos Iancu Luchwig y Sami Steinberg, el zapatero Marcus Iancu, el corrector Marcel Blumenfeld, y otros como Ilie Moscovici, Gheorghe Cristescu (primer lider del Partido Comunista Rumano tras su creacion en 1921) y, por supuesto, I.C. Frimu.  
Mitín en el entierro de Ion C. Frimu
Aquel día, los trabajadores de las tipografías de la capital abandonaron su puesto de trabajo, dirigiéndose hacia el Ministerio de Industria y Comercio, acompañando a la delegación que debía presentar sus reclamaciones. Con los tipógrafos se solidarizaron los trabajadores de fábricas y talleres de la ciudad. Los manifestantes gritaban en su protesta lemas como "!Abajo el ejército!", "!Contra la explotación, por la emancipación!", "!Fuera el Rey!", o "!Viva la República!".

El reciente triunfo de la Revolución Soviética en la vecina Rusia había provocado que la clase dominante comenzará a temblar de miedo por si la situación se repetía en Rumanía. No hay que olvidar que la Revolución había prendido también entre parte de las tropas rumanas, como señalaba el periódico austriaco Deutsche Volksblatt, cuando describía el ambiente de descontento existente entre las tropas tras el final de la guerra:

"Los ejércitos rumano y checo se caracterizan por la ausencia de disciplina, las ideas bolcheviques se están extendiendo, el ejemplo más evidente es que el movimiento de campesinos y trabajadores de Basarabia se ha vuelto contra el gobierno rumano" (citado por Alan Woods).

También se había creado un soviet en Sulina, en la desembocadura del Danubio, tras la sublevación de la marinería rumana.

Así que, en el momento en el que las columnas de trabajadores llegaron a la Plaza del Teatro Nacional de Bucarest, fueron detenidas por el IX Regimiento de Cazadores de Monte, por fuerzas policiales y la Gendarmeria. Sin esperar demasiado, y tras recibir las órdenes del temeroso gobierno, que intuia que el triunfo de la protesta podria extenderse por el pais y provocar una revolución, como había sucedido en la vecina Hungria, en la llamada Revolución de los Consejos, los represores abrieron fuego contra los obreros desarmados.

Más de 100 trabajadores fueron asesinados, y los heridos multiplicaban esta cifra. La matanza perpetrada por los criminales del gobierno rumano, miembros de la sanguinaria burguesia, hizo que importantes personajes de la vida cultural condenaran con crudeza a los criminales que ordenaron la matanza: Ion Slavici, Nicolae Tonitza, N.D. Cocea o Gala Galaction, entre otros.

Fueron arrestados cientos de manifestantes, miembros de los sindicatos y del Partido Socialista, siendo la mayoría torturados e incluso mutilados en los calabozos de la policia o en los cuarteles del ejercito. Uno de ellos fue Ion C. Frimu.

El político Ion Gh. Duca, miembro del gobierno, reconoció que la policía "arrestó a todos los líderes del movimiento y los maltrató tan crudamente que uno de los socialistas, Frimu, murió pocos dias después como consecuencia de las heridas".
Grabado de Nicolae Tonitza sobre la matanza del 
13 de diciembre de 1918

El Ministro de Interior, George G. Mârzescu, justificó la orden de disparar a matar afirmando que los huelguistas eran "agentes bolcheviques". Las acusaciones contra los detenidos fueron, principalmente, de un delito "contra la seguridad del estado", "complot contra el estado", "llamada a la rebelión" y "ofensas a S.M. el rey".

Maiorul V. D. Chiru, comisario real, subrayó en su informe sobre la huelga del 13 de diciembre que pretendía "desencadenar una revolución bolchevique en Rumania, siendo la protesta de los tipógrafos solo la excusa de los comunistas". Un manifiesto "descubierto" en el Club Socialista demostraba y describía, según las autoridades, el plan revolucionario:

"!La Revolución ya no puede ser detenida. Bata el sonido de una sirena, un grito !A las armas! Y cientos de miles de trabajadores van a tomar las calles, harán de las carrozas y los tranvías barricadas, se harán dueños de los cañones y las metralletas, de las pistolas y de las granadas, ocuparán los ministerios, las comisarias, las oficinas postales, los telégrafos, las estaciones, los cuarteles y, finalmente, conquistaran el poder del estado!"

I. C. Frimu, apaleado y torturado con especial dureza, por su prestigio e influencia sobre la clase obrera rumana fallecería en la cárcel de Vacaresti el 6 de febrero de 1919, por las consecuencias de las heridas provocadas por la represión y la tortura policial. Miles de trabajadores acudieron a su entierro, pidiendo en un grito unánime el castigo a sus asesinos.

Frimu ha pasado a la historia, especialmente tras el triunfo de la clase obrera rumana en la Segunda Guerra Mundial y la proclamación popular de la República Popular en 1948, como el líder que organizaría a los trabajadores rumanos y los dirigiría en la huelga que hizo temblar a la tiránica oligarquía rumana, que se lo hizo encima pensando que iba a estallar una Revolución en Rumanía que pondría fin a sus privilegios y devolvería a sus productores la riqueza que les había robado durante siglos.

Tras la proclamación por los trabajadores rumanos de la República Popular Rumana, en 1948, hasta el final de la República Socialista de Rumania, con el golpe de estado de diciembre de 1989 que restauraría la barbarie capitalista y los gobiernos reaccionarios de la oligarquía parásita, Ion Frimu fue considerado un héroe de la clase trabajadora, y su tumba conservada, desde su construcción en 1963,  en el Monumento de los héroes de la lucha por la libertad del pueblo y por la patria Socialista, ubicado en el Parque Carol (antes del golpe de diciembre 1989, Parque de la Libertad) de la capital. 

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