miércoles, 12 de julio de 2017

Tereza Ocsko: heroína comunista rumana víctima del fascismo

El asesinato de la luchadora comunista Tereza Ocsko por la Guardia de Hierro rumana (los autodenominados "Legionarios") es uno de los muchos casos de violencia criminal contra los antifascistas de Rumania, que acabó con gran parte de los mejores hombres y mujeres del pueblo rumano en el periodo de entreguerras.

Tereza Ocsko nació en 1917, el año del triunfo de la Revolución Obrera en Rusia. Quizás por eso siempre vivió con una gran esperanza revolucionaria y una decidida actitud militante: el sueño de la libertad se había demostrado posible, y hacerlo realidad en Rumania fue la ilusión de miles de jóvenes rumanos que, en muchos casos, como el de Tereza, dieron su vida por sus compatriotas y por la clase obrera internacional.

Tereza vio la luz en la comuna Dragsina, en la provincia de Timis, en una familia numerosa de origen campesino. A los 16 años ya trabajaba en la fábrica de medias Standard de Timisoara, y en 1933, a los 19 años, empezó a formar parte de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Demostrando su compromiso militante, ético e ideológico, muy pronto, en 1936, fue admitida en la vanguardia proletaria rumana, y pasó a formar parte del Partido Comunista., siendo elegida tras una fértil actividad clandestina, como miembro del Comité Regional del Partido en la región histórica de Banat.

En su tiempo libre, la joven comunista recorría fabricas y talleres obreros de Resita, Arad, Timisoara, etc, extendiendo entre ellos la llamada del socialismo para intentar crear un poderoso frente popular de lucha contra el nazismo y el fascismo, y para defender la independencia y la soberania del pais. Su valor y entrega en la lucha antifacista y en el combate frente al capitalismo, que mantenía y empujaba a los trabajadores rumanos hacia el hambre y la guerra, despertaba la admiración de todos.

Tras el Dictado de Viena, firmado el 30 de agosto de 1940, el el cual se revisaba, a instancias de Alemania e Italia y, en menor medida,  de Hungría y Bulgaria, el Tratado de Trianon de 1920, Rumania cedió a Budapest el control sobre Transilvania del Norte y el Banato, y a Bulgaria Dobroja Sur (en este caso por los llamados Acuerdos de Craiova).  La aceptación del rey Carol II y el gobierno de esas imposiciones creó un enorme descontento popular, que es aprovechado por la Guardia de Hierro profascista, que el 3 de septiembre de ese año hace un intento de golpe de estado, aunque fracasa. Sin embargo, y dado las crecientes protestas en todo el país y a las presiones fascistas para que se acallen, el rey llamará al general Ion Antonescu, con gran prestigio entre el ejercito, para hacerse cargo del gobierno, pero este exige su abdicación y que el trono lo ocupe el heredero, Mihai I.

El nuevo rey concederá plenos poderes a Antonescu el mismo día 6 de septiembre, el de la abdicación de su padre, nombrándole "Caudillo del Estado Rumano" (Conducătorul Statului Român). Antonescu se apoyará en la Guardia de Hierro, los fascistas rumanos, para formar gobierno, dando lugar al que se conocerá como  "Estado nacional-legionario", con los fascistas como único partido reconocido. Antonescu había recibido ya el día 5 el respaldo del embajador alemán, bajo ciertas condiciones, entre ellas la aceptación de una misión militar alemana, que debía asegurar los pozos petrolíferos rumanos y el suministro de crudo a Alemania.

Busto de Tereza Ocsko en Arad.
Curiosamente, y como suele suceder, los fascistas rumanos no dudan en apoyar a los que obligaron a Rumania a ceder territorios a sus aliados a cambio de poder y de riqueza, a costa incluso de vender la soberanía nacional a los mas poderosos que ellos (en este caso a la Alemania nazi). Para asegurar su dominio, Antonescu y la Guardia de Hierro comenzaran, a imitación del resto de los fascismos europeos, una campaña de exterminio contra judíos, gitanos y comunistas, con el consentimiento y la complicidad del rey Mihai I (que en esa ocasión no declararía una "huelga real" como si lo hiciera en 1945, negándose a firmar las leyes propuestas y adoptadas por el gobierno del Bloque Nacional Democrático, liderado por los comunistas).

Tereza Ocsko, que como hemos visto nació y desarrollo su actividad política y sindical en el Banat, región que el rey, Antonescu y los legionarios entregarían a los húngaros obedeciendo a su verdadero jefe, Adolf Hitler, destacaría entonces por sus llamamientos a los trabajadores de Timisoara, Arad, Resita, etc.. a defender con firmeza la independencia y la soberanía de su pueblo (entonces los comunistas eran internacionalistas, y el objetivo era la liberación de clase, no la de apoyar a tal o cual nación) y contra las dictaduras militares fascistas, con el objetivo de organizar a la clase trabajadora para la toma del poder y el derrocamiento de la burguesía.

En octubre de  1940 Tereza Ocsko recibiria el encargo del PCR de dirigirse a Arad para colaborar con las actividades de los camaradas comunistas contra el fascismo local e internacional. Cuando llega a la casa donde se había establecido el primer contacto, esta había sido ocupada por la policía, que la arrestará, siendo mantenida algunos días en los calabozos de la policía de Arad.

Cuando Tereza fue liberada de su celda fue llevada frente a Corneliu Preda, comisario de policia, Nicolae Radasan e Ion Tarau, los tres radicales legionarios imbuidos en la impunidad del terrorismo de estado instaurado por Antonescu desde su llegada al poder, y con un profundo odio hacia los defensores de la emancipación de la clase obrera, los comunistas.

En los interrogatorios se le intento sacar  información sobre las actividades revolucionarias de los comunistas y antifascistas de la zona, golpeándola con crueldad, "con tortas y puñetazos en la cara", aunque inútilmente. La joven, de solamente 23 años, continuó sin declarar nada a los torturadores a pesar de su creciente violencia y salvaje maltrato.  En el archivo Archivo Nacional de Rumanía (Fondo del Institutul de Studii Istorice şi Social-Politice de pe lângă C.C. al P.C.R., fond nr V, dosar nr. 224), se explica como el legionario Corneliu Preda se abalanzó violentamente contra Tereza Ocsko, rompiéndole su vestido, incluso la ropa interior, y golpeándola salvajemente sobre su cuerpo desnudo. Mientras la víctima estaba tumbada boca abajo, "los legionarios le aplicaron fuertes golpes por todo el cuerpo, desde la planta de los pies hasta la cabeza".

La resistencia de la heroína antifascista rumana, Teresa Ocsko, provocó que, ante su negativa a responder, acabara siendo asesinada a golpes por los legionarios que la interrogaban y la torturaron. Para borrar la huella de su crimen, los criminales sacaron el cuerpo de la joven Tereza de la comisaría y, con ayuda del alcalde de la localidad, Emil Montea, también legionario, la transportaron a la vivienda de Corneliu Preda, uno de sus asesinos, el comisario de policía, y "la enterraron en el jardín cubierta con hojas".

Sin embargo, la bestialidad de los asesinos, característica compartida por los fascistas en general independientemente de su supuesta nacionalidad (aunque en realidad los fascistas, como sus hermanos los demócratas-burgueses, no tienen patria salvo su interés personal), no se detuvo ahí. A media noche de esa misma jornada, los fascistas desenterraron el cuerpo de Tereza, "la envolvieron en un saco, la ataron con cuerdas, y la llevaron al río Mures, arrojándola al agua unida a pesadas piedras para que se hundiera en el fondo".
8 de noviembre de 1940: Catedral de Iasi. De izquierda a derecha: Horia Sima,
lider legionario, el metropolitano de Moldavia (cabeza de la iglesia ortodoxa 
en la región, el rey Mihai I, su madre, la reina Elena, y el Mariscal fascista
Antonescu

De este modo fue sacrificada, en la lucha por la libertad de la clase obrera, otra víctima más del capitalismo rumano, la Guardia de Hierro y del régimen criminal gobernado por el Mariscal Antonescu, cuyo jefe de estado era el rey Mihai I (que nunca ha pagado por su complicidad con el fascismo internacional, y con el genocidio perpetrado en Rumania contra minorías étnicas o antifascistas, y que, al contrario, ha sido premiado por los gobiernos posteriores al golpe de estado de 1989).

Aunque hoy, en la Rumania de nuevo en manos del fascismo (ahora oculto tras un aparente maquillaje democrático), a los héroes o heroínas como Tereza Ocsko ni siquiera se les mencione y, muy al contrario, se fomente su olvido, los trabajadores rumanos no deberían dejar de recordar jamas a los que, como ella,  dieron su vida en su lucha contra el fascismo y para la liberación de los trabajadores y campesinos del yugo de la explotación capitalista.

En estos momentos en los que la impunidad y la euforia de la clase parásita, la capitalista, viven un nuevo y terrorífico auge, la juventud de Rumania, y los jóvenes trabajadores de todo el mundo, deberían buscar modelos como el de Tereza Ocsko o el de tantos otros miles de comunistas que dieron su vida o dejaron parte de su juventud en la lucha contra la explotación. Como en sus tiempos, la libertad, los derechos sociales, y el bienestar de la clase trabajadora están, hoy tanto como entonces, en gran peligro, y el futuro depende de héroes y heroínas como la joven Tereza.

En la ciudad de Arad, en el noroeste de Rumania, en la región donde nació, todavía queda en pie una estatua en homenaje a la joven comunista Tereza Ocsko, aunque las autoridades han quitado la placa donde explica quien fue para, probablemente, evitar que se recuerde la aportación de militantes como ella en la lucha por los derechos, el bienestar y la liberación de toda la clase obrera rumana, objetivo que se consiguió tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial por el Ejército Rojo.

Los datos de esta entrada estan sacados del libro  "Tereza Ocsko", de Jeno Gluck, publicado en Editura Politica en 1978, y de los archivos del  I.S.I.S.P. del Archivo Nacional de Rumanía, y el blog Lupta Anticapitalista.

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